El problema ambiental que se vive en la actualidad a nivel global es un factor importante en la toma de decisiones para todo tipo de negocios, desde la elaboración de un producto que utilice materiales amigables con el medio ambiente hasta la cimentación de un edificio que cumpla con buenas prácticas ecológicas.

Incluso, potencias mundiales como China y Estados Unidos han direccionado sus esfuerzos en pro de esta situación con la finalidad de comprometerse a reducir sus emisiones drásticamente en todas las industrias.

En lo que respecta a una construcción existe la llamada Certificación LEED que, además de ratificar el correcto cumplimiento de una serie de requisitos para tener un alto rendimiento en cada inmueble, es un must para destinar tecnologías más avanzadas en cada desarrollo brindando todo tipo de ahorros, llámense de inversión u operación, y con ello contribuir a la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero.

¿Qué es la certificación LEED?

Desarrollada por el US Green Building Council, la Certificación Leadership in Energy & Environmental Design (LEED, por sus siglas en inglés) es el sistema de clasificación de edificios ecológicos más utilizado en el mundo con alrededor de 80 mil proyectos participantes en más de 160 países.

Dicho de otro modo, este certificado valida el rendimiento de una construcción en cuanto al diseño, interiorismo, operación y mantenimiento, desde el inicio del proyecto hasta la puesta en marcha.

De acuerdo con la mencionada asociación, el desarrollo de LEED creció a partir de la formación del USGBC en 1993. No fue sino hasta noviembre del 2003 cuando el edificio de la National Geographic Society en Washington, D.C., se convirtió en el primer edificio existente con certificación LEED. En 2004 alcanzó un hito importante con 100 proyectos certificados.

Respecto a México, figura en los primeros lugares con más certificaciones fuera de Estados Unidos. Entre Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Querétaro y Puebla se encuentran los más de 370 proyectos con esta clasificación. Ejemplos de ello son la Torre Bancomer y Torre Virreyes en Ciudad de México, así como Capital Natural Offices en San Pedro, Nuevo León.

Objetivos de una certificación LEED

Para obtener una certificación LEED, un proyecto debe ganar puntos (mínimo 40), los cuales se le otorgan al cumplir con ciertos requisitos previos (elementos obligatorios) y créditos (componentes opcionales), los cuales abordan las emisiones de carbono, la energía, el agua, los desechos, el transporte, los materiales, la salud y la calidad ambiental interior.

En este sentido, los objetivos son:

  • Reducir la contribución al cambio climático.
  • Mejorar la salud humana.
  • Proteger y restaurar los recursos hídricos.
  • Cuidar y mejorar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
  • Promover ciclos de materiales sostenibles y regenerativos.
  • Mejorar la calidad de vida de la comunidad.

Cuando los proyectos pasan por un proceso de verificación y revisión, se les otorgan dichos puntos que corresponden a un nivel:

  • Certificado (40-49 puntos)
  • Plata (50-59 puntos)
  • Oro (60-79 puntos)
  • Platino (80 puntos o más)

Así, que un edificio obtenga una Certificación LEED se traduce en ahorro de energía, mejoría en la eficiencia, reducción de las emisiones de carbono y espacios más saludables.

¿Cómo se aplican la cancelería de aluminio y las fachadas de cristal templado en la Certificación LEED?

Para lograr edificios energéticamente eficientes, la fachada juega un papel importante, pues, además de lograr un diseño óptimo, el material empleado debe tener las características adecuadas para ayudar a obtener la Certificación LEED.

Y como la industria del vidrio está en constante evolución tecnológica, hoy en día, edificar con fachadas de cristal templado tiene gran valor en el tema sustentable, pues optimiza la energía en todas sus configuraciones.

Por ejemplo, los vidrios de baja emisividad (low-e) y control solar maximizan la transmisión de luz natural, limitando el paso del calor y generando ahorros en el consumo de energía eléctrica. De igual forma, ayudan a la obtención de puntos para las certificaciones LEED en las áreas de Energía y Atmósfera, Materiales, Calidad Interior del Aire e Innovación.

Asimismo, utilizar aluminio en una edificación o desarrollo resulta benéfico porque es un material eco-friendly, ya que es ligero, resistente y flexible. Además, es muy versátil, pues es posible darle diferentes acabados y funcionalidades que se adaptan a todo estilo arquitectónico y uso práctico. Y lo más importante: su producción y reciclaje emplea menos energía que otros metales, contribuyendo así a la reducción de emisiones de carbono.

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